Una y no más

Esta mañana he leído en El Mundo los dolorosos últimos datos sobre las consecuencias que, el monumental gaffe conjunto de policías, médicos y periodistas, está teniendo en la persona y la familia de Diego P.V. ¿En qué ha fallado el Periodismo? Caso complejo, porque las fuentes médicas en este caso parecían solventes.
En un listado de preguntas que hace ya años elaboró David Yarnold, entonces director ejecutivo del San José Mercury News, y que algunos de sus editores pegaron sobre sus ordenadores, para asegurar la disciplina de verificación periodística, se incluía una premisa que me parece que en este caso no se ha valorado suficientemente: ¿se ha identificado a todos los protagonistas de la historia? ¿Nos hemos puesto en contacto con ellos? ¿Se les ha dado a todos la oportunidad de hablar?. Puede que me equivoque, pero este paso hubiese quizá evitado condenas mediáticas precipitadas e introducido a los periodistas en una saludable filosofía de la sospecha alentadora de más incisivas verificaciones.
Ahora hay que pedir disculpas, con todos los medios, para aliviar el daño causado. Pero sobre todo aprender de tan lastimosa lección. Ya en 1997, Dorothy Nelkin, profesora de la neoyorquina Universidad de Cornell hablaba del indebido "prejuicio de admiración" de la prensa hacia la ciencia. A la ciencia, decía, se le mira como algo divino y al científico -el médico en este caso- como una autoridad per se. Pues a veces, como se ve, no lo son, y al periodista toca verificarlo.

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