Algo grande va a pasar

Fue breve su último viaje a los procelosos mares del mercado informativo. Y el experto marinero -¿qué esperaba?- vuelve algo magullado: dentelladas de animales, embestidas de piratas, raspaduras de las erizadas rocas que inundan el hábitat marino. Nunca el mar en calma hizo buenos marineros, bien lo sabe este arponero. Y al acercarse ya de nuevo a la costa, algo más restauradas las heridas y remozada la ilusión, retorna para algo grande. Si no, para qué volver.
Tiene todo un mes para terminar de cocinar a fuego lento lo que puede ser un menú exquisito de buen periodismo, un nuevo medio que, no me cabe duda, será parte de la historia del periodismo y quizá de la democracia de este país. Cuando hace años dejó un periódico para fundar otro tenía muchos menos recursos tecnológicos que los que ahora tiene. Y tenía también entonces menos grandes profesionales esperando la llamada. Y menos aprendices, nativos digitales, deseando entrar en el draft de una aventura tan grande. E hizo lo que hizo, al estrenar los noventa, el mundo del siglo XXI.
El quería seguir en su Mundo, cierto. Pero ni en sueños se las ha visto tan doradas como se le presentan ahora. Sacará un medio por Año Nuevo. Nuevo y electoral. Decisivo como pocos. Apasionante. Un regalo de los Magos a nosotros, opinión pública, a nosotros, demos debilitado, que después de invernar, en un dormitar irresponsable y soez, empezamos a despertar a base de palos.
¿Cómo será ese nuevo medio? A los niños, como esto será por Reyes, se nos permite soñar. Y ahora pedimos sobre todo independencia, que llevamos ya muchos años secuestrados por la rentabilidad económica del periodismo y el aprovechamiento político de esas sogas que tanto atenazan. El entorno digital permite ahora nuevos ingenios sostenibles, rentables inclusive. De pago, sí. Micropagos, que no está el horno para grandes desembolsos (aunque lo valga el buen periodismo). Pero mejor el muchos pocos de los 287 K y subiendo. También mediante el micromecenazgo, que ya triunfa en algunos focos allende los mares. Así se descentralizan los recursos, se atomizan, y no se está atado más que por la lealtad al ciudadano.
¿Los contenidos? Serán generalistas, sí, tirando de agencia para el fluir cotidiano, espolvoreado quizá por el suave condimento del contexto. Pero brillarán en sus páginas, sobre todo, los temas propios. Temas de investigación, relevantes, que es desde siempre su especialidad: función vigilante de cuarto poder. Sin entretenerse en exceso en chascarrillos de ladronzuelos de medio pelo. No sometidos a los rigores del espasmódico tempus mediático actual, sino al que marque una verificación que, eso sí, hace horas extras y si hace falta le roba horas al sueño.
 ¿Algo más? Sí, también entrevistas. Que es incisivo el personaje y, ahí sí, atrae audiencias hacia el buen periodismo. Si además le pone una guinda audiovisual, poniéndose ante una cámara experta, entrará en las corrientes sanguíneas de la viralización digital. Y una cosa más, por último, gestión de audiencias. Círculos de confianza, que en la fidelización a la marca está el futuro de estos nuevos periodismos.
Solo amanece cuando ha oscurecido lo suficiente. Y cierto que en el periodismo las tinieblas se han hecho ya bastante recias. Quizá algo importante esté por amanecer allá por el Año Nuevo.

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